Menú Cerrar

Primeros pasos para que nuestro bebé o niño duerma en su cama

Cuando decidí que mi hijo pequeño ya era hora de dormir en su propia cama, no sabía muy bien por dónde empezar. Al principio, la idea de que él se quedara solo en su cama me parecía difícil, pero sabía que esto era necesario para que los dos pudiéramos descansar mejor. Compartir la cama con él a veces resultaba en noches interrumpidas y días agotados, y aunque amaba estar cerca de él, era evidente que ambos necesitábamos espacio para dormir mejor.

Ponerse de acuerdo con la pareja

Lo primero que hice fue ponerme de acuerdo con mi pareja sobre cómo íbamos a abordar el proceso. Es importante estar alineados en este tipo de decisiones, para evitar confusión o contradicciones. Le expliqué a mi hijo que, a partir de esa noche, dormiría en su propia cama, y le aseguré que no estaba castigado, sino que era algo que lo ayudaría a estar más descansado y saludable. También le dejé claro que, si se levantaba, lo acompañaría de nuevo a su habitación.

Mantener activo al niño durante el día

Sabía que durante el día debía hacer un esfuerzo extra para que estuviera cansado, ya que un niño agotado duerme mucho mejor. Por eso, me aseguré de organizar actividades físicas y juguetonas para que él estuviera más relajado por la noche. Y también me aseguré de que las pantallas estuvieran apagadas al menos una hora antes de la hora de dormir, porque los estímulos visuales pueden dificultar que se relaje.

Horarios

Otra parte esencial fue establecer una rutina nocturna consistente. Siempre seguimos el mismo patrón: bañito, cepillado de dientes y un cuento antes de dormir. Esto le daba seguridad, pues sabía lo que venía a continuación. A veces, también le daba un suave masaje con una loción relajante para bebés, lo que lo ayudaba a relajarse aún más.

Intervalos

Para los primeros días, utilicé una técnica de «desglose con intervalos». Cada vez que mi hijo se levantaba de la cama, lo acompañaba de nuevo, pero aumentaba el tiempo entre cada vez que entraba a su habitación. Al principio, lo hacía cada tres minutos, luego cinco, diez y así sucesivamente, para que supiera que no estaba solo y no se sentía abandonado.

Objetos que ayudan

Una vez en su cama, le ofrecía un peluche o su manta favorita para que se sintiera más seguro. También ponía música suave o ruido blanco para que se relajara. Si pedía un biberón, le daba agua, ya que sabía que eso era mejor para su salud dental.

Constancia

Si alguna vez salía de la cama, lo volvía a poner en ella sin discutir, aunque fuera difícil. La clave aquí es la constancia: si mostraba que, sin importar las veces que se levantara, siempre volvería a su cama, él empezó a entender que dormir en su propio espacio era lo esperado.

Optimismo

Lo más importante fue mantenerme positiva y tranquila. Sabía que este proceso no sería fácil y que podía ser frustrante tanto para él como para mí. Así que, cada vez que lograba dormir toda la noche en su cama, lo elogiaba mucho. Incluso utilicé un sistema de recompensas con una tabla de calcomanías y pequeños premios semanales para motivarlo aún más.

A pesar de que este proceso no fue inmediato y tomó algunas semanas, con paciencia y cariño, mi hijo finalmente se adaptó a dormir en su propia cama. Si alguna vez se mostraba muy reacio o tenía miedo, lo consultaba con su pediatra, solo por si había algo más que debiera preocuparme, como problemas con el sueño. Pero, en general, lo que más me ayudó fue la constancia y el amor. Ahora, ambos podemos disfrutar de noches de descanso saludable, y él se siente más independiente y feliz.

Artículos relacionados