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Baño de esponja para bebés

Desde que mi bebé nació, he aprendido lo importante que es mantener su piel limpia para su salud y, además, el baño es uno de esos momentos de conexión especial que siempre espero con cariño. Al principio, me sentía un poco nerviosa, pero pronto descubrí que un baño de esponja es lo mejor para los recién nacidos, ya que no necesitan un baño completo aún. Los expertos sugieren darle un baño suave unas dos o tres veces por semana, pero también aprendí que entre baños, hay formas de mantener a mi bebé limpio.

Antes de comenzar, siempre me aseguro de tener todo lo necesario a la mano: una bañera pequeña con agua tibia, una toalla grande y suave con capucha, un paño de lavado, algodón, un limpiador suave para recién nacidos y, por supuesto, lo que necesitaré después del baño: crema hidratante, pañales, ropa limpia, manta receptora y un cepillo suave para el cabello.

El primer paso siempre es tranquilizar a mi bebé. Antes de comenzar el baño, le hablo un poco, le hago saber que va a ser algo tranquilo y agradable. Lo desviste, dejando el pañal, y lo envuelvo en la toalla. Siempre me aseguro de que esté cómodo y tranquilo.

Lo primero que limpio es el área de los ojos. Uso un algodón húmedo con agua tibia para limpiar suavemente alrededor de cada ojo. Siempre me aseguro de usar un algodón diferente para cada ojo y limpio de adentro hacia afuera. Si no tiene costras ni mocos, no es necesario lavar esa zona.

Luego, paso a limpiar su rostro. Con un paño suave y solo agua, limpio su cara con cuidado, incluyendo detrás de sus orejitas, el mentón y el cuello. No coloco nada en su nariz ni en los oídos, solo limpio las partes externas con mucha suavidad y secamos con golpecitos.

Cuando llega el turno de su cabecita, sostengo a mi bebé con cuidado, colocando mi brazo bajo su espalda y mi mano detrás de su cabeza para que esté seguro. Humedezco su cabellito con un paño y le pongo un poquito de jabón suave, que no pica en los ojos. Con mucha suavidad, masajeo su cabecita y luego enjuago bien, asegurándome de que no quede jabón. Le seco su cabeza con toquecitos suaves y cubro su cabecita con la capucha de la toalla para mantenerla calentita.

Luego paso a su cuerpito. Con un limpiador suave para bebés, mojo el paño y empiezo a limpiar su cuello, brazos y manos. Me aseguro de enjuagar bien y secarlo con suavidad. Después cubro su parte superior con la toalla y continúo con sus piernas, pies y deditos. Me aseguro de secar bien todos los pliegues de su piel para evitar irritaciones.

Lo último que lavo es el área del pañal. Para mi bebé niña, limpio de adelante hacia atrás, y lo mismo hago para mi bebé niño. Si no está circuncidado, tengo cuidado de no forzar el prepucio al limpiarlo.

Cuando termino, me aseguro de cuidar bien el área del cordón umbilical. Lo limpio alrededor con un algodón y siempre tengo cuidado de no cubrirlo con el pañal para mantenerlo seco y limpio.

No olvido hidratar la piel de mi bebé después del baño. Siempre aplico una loción suave para recién nacidos para mantener su piel suave y saludable.

Finalmente, visto a mi bebé con ropa limpia y lo envuelvo en una manta para mantenerlo calentito. Es un momento tan especial para los dos, ¡y disfruto cada minuto con él!

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